Con motivo de la recepción del Informe final de restauración de la pieza por parte del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH), queremos dar a conocer algunos aspectos técnicos sobre una saya con más de 250 años de historia, una de las más antiguas que procesionan en Andalucía, tras el análisis científico-artístico realizado por los expertos de la referida institución, así como describir algunos detalles menos conocidos en relación con su cambio de soporte en 1961 y su análisis iconográfico.
Esta saya fue confeccionada en 1762, hace ahora 261 años, en pleno periodo de apogeo de la Cofradía de San Juan Bautista, primitivo título de la hermandad jerezana de la Coronación de Espinas, al ser el Precursor de Cristo su primer titular. En sesenta años se habían renovado las imágenes titulares -el Cristo de la Coronación de Espinas y la Virgen de la Aflicción-, cuya ejecución se atribuye al escultor e imaginero flamenco Pedro Rellins; se habían encargado unas andas procesionales a Francisco Camacho de Mendoza -escultor y ensamblador al que se le atribuyen varias imágenes jerezanas como el Cristo del Prendimiento o las dolorosas de los Remedios y la Amargura-, que ya no estaban cuando la hermandad se reorganizó en 1896; se habían realizado unas cenefas de plata para el paso de la Virgen; y se bordó una saya para la misma junto con un manto a juego, además de una clámide bordada en plata para el Cristo.
El proceso de intervención del IAPH consistió en el desmontaje de los forros para ver el estado de conservación del reverso y poder llevar a cabo los tratamientos de limpieza, consolidación, fijación de hilos sueltos, alineación del tejido, protección de las zonas más degradadas y matización de lagunas existentes, así como la sustitución de los forros antiguos. Para solventar las principales alteraciones se han realizado los tratamientos necesarios utilizando materiales naturales afines a la obra con técnicas reversibles.
La autoría de la saya está plenamente documentada por el cartón de hechura original que se puso a su finalización, encontrado entre el forro y el terciopelo del vestido o saya en la primavera de 1935, cuando se estaba arreglando para realizar la salida procesional de dicho año.
Según reza el mencionado documento, la saya se terminó el 17 de marzo del año 1762 y fue bordada por el maestro bordador don Pedro de Lima y los oficiales Ramón Villalonga y Alexandro Navarro. En el mismo documento se menciona explícitamente que el vestido o saya se bordó en Jerez de la Frontera para la Cofradía del Señor San Juan Bautista, mencionando incluso las principales personas que dirigían dicha cofradía en ese momento, así como sus cargos en la misma.
La saya fue concebida originalmente como un traje con mangas y bordado sobre un terciopelo rojo oscuro. Todavía hoy día pueden verse restos de ese soporte original.
En el bordado de seda matizado se emplea un hilo laso -hilo sin torcer fabricado para bordar- con una leve torsión teñida en amarillo y verde para las hojas, mientras que el hilo retorcido de color azul se uso para el punto milanés y blanco con el fin de lograr una distribución libre de puntos para el fondo del dosel y las piñas.
Como hemos apuntado anteriormente, la pieza se pasó a un soporte de tisú de plata en 1961 por el taller sevillano de los Sobrinos de José Caro, donde el vestido se separó en unas mangas y una saya -o falda- con mayor altura hasta la cintura que la original. Los bordados originales no fueron restaurados ni retocados, sino simplemente «pasadas las galletas a un nuevo soporte». Para cubrir la parte superior del cuerpo se realizó un corpiño en tisú por delante y tejido de algodón en la espalda.
El motivo fundamental del cambio, aparte de la imparable sevillanización de la cofradía, fue una cuestión práctica motivada por la sustitución de la dolorosa para la que fue creada -la Virgen de la Aflicción, hoy venerada en Villaluenga del Rosario (Cádiz) con la advocación de Virgen de los Dolores-, la cual medía unos 164 cm de altura, mientras que la nueva Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción -una obra de José Rivera adquirida en 1949 a un anticuario de Sevilla- mide 177 cm, aproximadamente.
En la primera de las anteriores ilustraciones se puede apreciar con facilidad cómo la venera del pecho le llegaba por la cintura a la nueva dolorosa, lo que a duras penas se conseguía disimular con cíngulos hechos con pañuelos. En la segunda podemos ver cómo los bordados dispuestos en el pecho del traje original fueron recolocados en la parte superior de la nueva saya para ganar la altura que pedía la nueva imagen.
Al margen de su calidad técnica, el análisis iconográfico de la saya esconde un relato simbólico complejo y de gran belleza. La concha o venera que corona la pieza es un símbolo mariano relacionado con la fertilidad desde los tiempos clásicos, y fue recogido por la simbología católica, tan dada al sincretismo, como representación del Sagrario donde la perla que contiene es Cristo.
Los cuernos de la abundancia o cornucopias representan de nuevo la fertilidad y fecundidad por el fruto nacido del vientre de María así como la representación de la Virgen como dispensadora de todo tipo de bienes a través de su misión de mediadora universal. Respecto a las flores, encarnan la belleza y la perfección, simbolizando la pureza de María así como su maternidad y fecundidad.
Y por último la fuente, el espectacular motivo central realizado en sedas de colores, combinadas con el bordado en hilo de oro, es el símbolo del seno de María como origen de la vida. Esta fuente contiene tres piñas que representan a Cristo y su unidad con la Iglesia, y viene orlado por un dosel o pabellón con paño y cúpula que nos resalta el carácter sagrado del que fue el primer sagrario de Cristo.
De hecho, diversas composiciones del altar de la Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción, creadas por los mayordomos de la Hermandad de la Coronación de Espinas, han emulado hoy día este último modelo iconográfico como puede contemplarse en la bella imagen de cierre de este artículo.